domingo, 25 de febrero de 2018

Brasil: Grave derrame de hidrocarburos de Petrobras en Araucaria

¡Una refinería en problemas! 

El 16 de julio de 2000 un importante derrame de petróleo en el sur de Brasil contaminó ríos de la cuenca del Iguazú amenazando llegar a las cataratas del mismo nombre. El derrame estimado en 4.000.000 de litros de petróleo se produjo en la refinería Getulio Vargas, operada por la empresa brasileña Petrobras ubicada en la localidad de Araucaria, en el estado de Paraná. 

La emergencia obligó a movilizar numerosos equipos de defensa civil, seguridad y expertos en la neutralización y recuperación de hidrocarburos en la lucha por circunscribir el avance de la mancha de petróleo que pocas horas más tarde se había desplegado a lo largo de 42 kilómetros desde el río Barigui hacia el río Iguazú. El día 20, lejos todavía de haberse conjurado la contención del derrame, la refinería Getulio Vargas volvió a operar a plena capacidad. Recién 10 días más tarde, el producto del derrame resultó en su mayor parte controlado aún cuando restaba recuperar un remanente cercano al millón de litros. No obstante, los perjuicios al medio ambiente por impregnación de suelos y empetrolamiento de animales han sido evaluados como muy importantes y duraderos. 

Se formularon muchas causales, entre ellas:

El derrame fue presentado inicialmente como el producto de una fuga debido a una falla en una junta de dilatación de una tubería. La causa originalmente declarada del accidente, en atención a su magnitud, resultó inverosímil. No hubo acceso directo de la prensa a las instalaciones y al área más afectada dentro de la refinería, por lo cual escasearon los testimonios gráficos sobre el lugar donde se originó el problema. Finalmente trascendió extraoficialmente que la fuga ocurrió el domingo 16 durante dos horas, sin que fuera advertida durante ese lapso en la refinería, como consecuencia de la rotura de una tubería de 30 pulgadas de conducción por sobrepresión, al haber omitido un operario abrir manualmente una esclusa que comunicaba la misma con un tanque de almacenamiento. 

El derrame fue calificado por el ministro de Medio Ambiente de Brasil, José Sarney, como “lamentable y producto de una negligencia absoluta”. Para más datos, en enero de 2000 en otro accidente, esta vez en la Bahía de Guanabara, otra refinería de Petrobras fue responsable de un derrame de petróleo superior a 1.000.000 de litros, que contaminó gravemente las aguas de la bahía y sus playas. 

Desinteligencias y desenlace 

No fueron desmentidas las presuntas desinteligencias entre algunas autoridades brasileñas y argentinas durante las horas más críticas del accidente respecto a compartir información sensible. Argentina realizó una presentación ante las Naciones Unidas en atención al carácter de Patrimonio de la Humanidad que posee el parque Nacional Iguazú, presuntamente como salvaguarda de los potenciales riesgos que lo amenazaban. Los malos augurios, una semana después del suceso, sobre un agravamiento de la situación por lluvias torrenciales que harían fracasar las barreras de contención a 650 km río arriba de la frontera no se cumplieron. Un día más tarde trasciende que resta por recuperarse cerca de 1.000.000 de litros entrampados en barreras de contención fluviales. El balance de las acciones de recuperación del hidrocarburo que movilizó con rapidez y eficacia Petrobras mitigando el problema resultó finalmente escasamente destacado. El 27 de julio, una solicitada de Petrobras publicada en Buenos Aires parece poner fin a la incertidumbre sobre los riesgos de que el producto del derrame se extienda más allá de las fronteras del Brasil. 

El impacto ambiental 

Por su naturaleza difícil de cuantificar y perceptible en su real dimensión sólo con el paso del tiempo las consecuencias de este tipo de accidentes dificultosamente ganan espacio en la prensa salvo algunas fotos de animales empetrolados. La valiosa labor de las ONG en este caso tangencialmente mostró en los medios su rostro más controvertido, el contestatario. La misión probablemente siga siendo la de concientizar sobre el tema con la ayuda de los medios, aunque está probado que para estos últimos la misión representa cada vez más un delicado equilibrio de intereses. 

Conclusiones provisorias preocupantes 

La operación de tecnologías de alto impacto ambiental potencial sigue estando ligada a procesos que dependen en una medida elevada de decisiones humanas demasiado falibles. En septiembre de 1999 la sorpresa fue un grave escape radiactivo en Tokaimura, en Japón. El disparador fue una falla humana de manipulación de uranio en proporciones inadecuadas. Ahora en Araucaria empieza a resultar evidente que ningún sensor logró advertir el problema de sobrepresión a tiempo y menos aún gobernar el proceso. También parece que falló cualquier otra instancia de control humano de procesos. Paradójicamente, la Refinería Getulio Vargas 5 días antes del accidente había sido nominada por Petrobras para representarla aspirando al Premio Nacional de la Calidad de este año en Brasil, un lauro que premia las gestiones de excelencia incluyendo especialmente el cuidado del medio ambiente.

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